martes, 27 de noviembre de 2007

Junior Byles camina descalzo.


Kerry Byles era mecánico en Kingston, Jamaica en la década de los 50. Deseaba tener un varón para que lo acompañara en su trabajo cuando se hiciera mayor. Seguramente soñó con que los sacaba del conflictivo distrito de Jonestown, donde todos llamaban Chubby al pequeño Keith Jr. desde el día de 1948 en el que nació.

El joven Keith se cría en un ambiente muy religioso. Su madre, maestra de escuela, le inculca rectitud y perseverancia. Canta desde muy pequeño en el coro de la parroquia local, donde impresiona a todos los feligreses con su voz rasgada pero fina. Al salir de misa, suenan en las radios las estrellas de la música jamaicana: Skatalites, Stranger Cole, Maytals, Wailers, Slim Smith ...corre el caluroso verano de 1966.

A los 18 años, Junior ya trabaja con su padre en el taller, pero las inquietudes musicales son demasiado fuertes para pasar el día con las manos llenas de grasa. En 1967 deja el trabajo y funda The Versalites, junto a sus amigos Dudley Earl y Louie Davis (que ya tenía otra banda, The Morwells). El trío sorprende, y su fama llama la atención del productor Joe Gibbs, quien los deja a cargo de su técnico Lee ‘Scratch’ Perry y les asigna como banda a Lyn Taitt & The Jets. El primer single editado es “The Time Has Come”, que resulta un éxito importante en la isla. The Versalites resultan una banda fresca y bien adaptada al rocksteady. Tras el primer éxito, grabaran unos pocos cortes más (“Just Can´t Win” y “Trust The Book”), así como “Children Get Ready” para el sello Deltone y “Pick My Pocket” para Laurel Aitken, que no alcanzan el nivel esperado. La competencia es fuerte y el sonido versalite parece no hacerse hueco. Sin embargo, Gibbs y Perry siguen teniendo fe en ellos. ‘Scratch’ está en un buen momento, trabajando con Stranger & Gladdy, The Mellotones, The Inspirations y otros, definiendo un sonido que le haría único. Junior y Perry entablan una amistad que será estrecha y prolífica.

En 1968 ‘Scratch’ lanza su propio sello: Upsetter. Para suplir a Gibbs en el estudio, contrata a Winston Holmes (aka Niney the Observer). De este modo los Versalites quedan a su cargo, y grabarán para el sello Amalgamated de Gibbs un par de temas de temática sexual, o como dicen ahora The Aggrolites, de dirty reggae: El sugerente “Lu Lu Belle” y el explícito “Push It In”, cuyo éxito será moderado. El año siguiente reciben una oferta del mismísimo Duke Reid para que graben para su sello Treasure Isle, lo que conllevaría una buena promoción y cierto nombre en la isla. Sin embargo, junior se opone a firmar el contrato. Se ha convertido al rastafarismo y se siente desengañado con la industria musical. Ha encontrado un trabajo de bombero y solo va a grabar para sus amigos Perry y Niney.

Ser rastafari a finales de los 60 en Jamaica no era nada sencillo. Estaban considerados delincuentes o monstruos; en el mejor de los casos, parásitos sociales. Sin embargo, las tornas cambiaron. En 1972 se presenta como candidato a la Presidencia de la República jamaicana por el Partido Nacional del Pueblo (PNP) un hombre llamado Michael Manley. De ideología socialista, va a fijar su mirada en las capas más desfavorecidas de la sociedad, y especialmente en el colectivo rasta. Manley, que ya en 1970 se había entrevistado con el emperador etíope Haile Sellassie (a la sazón figura divina dentro de la religión rastafari, que toma su nombre del nombre de pila del emperador, Ras Tafari), comprende la fuerza social revolucionaria de este grupo, y lo aprovecha en la consecución de sus propios fines. Reúne a varios de los músicos más comprometidos del momento y monta un tour de promoción del PNP llamado ‘Musical Bandwagon’. En este montaje participarán figuras de primer nivel como Max Romeo, Delroy Wilson, Clancy Eccles y también nuestro Junior Byles. Llega a componer temas ad hoc como “Josuah Desire” o “When Will Better Come”, en las que mezcla su típico mensaje bíblico con la denuncia social.

Tras la gira, Junior se da cuenta de que más que apagar fuegos, su misión es propagar el fuego de Jah, para lo que va a recurrir, como en tantas ocasiones, a Lee Perry. Este, que está pletórico, triunfando con The Wailers, The Upsetters, Alcapone etc... le acoge con los brazos abiertos. Le viene como anillo al dedo; una gran voz y buenas letras para la excelente música que brotaba de todo lo que pasaba cerca de Perry en aquel momento. Por esto se suceden en 1972 los mejores temas de Byles: “A Place Called Africa”, “Da Da (Festival)” “Beat Down Babylon”, “Fever”, “Auntie Lulu”, “Thanks We Get” y tanto otros.

En 1973 la discográfica británica Trojan recopila sus mejores cortes en un LP de título “Beat Down Babylon”, que coloca a Junior Byles en primera línea del estrellato del reggae del momento. En 1974 se inaugura el Black Ark Studio, propiedad de Perry, donde Junior va a grabar varios éxitos más, “Long Way” y sobre todo “Curly Locks”. Entre 1974 y 1975 graba temas de rotos reggae, siempre con buena acogida y gran calidad. Por ejemplo graba “Fade Away” en Channel One, “Remember Me” o “Chant Down Babylon” en Ja-Man, o una buenísima versión del exitazo “Run Run” de Delroy Wilson, de nombre “Weeping”.

La carrera de Byles estaba lanzada meteóricamente (con Island Records bien atenta) cuando su personalidad inestable jugó en su contra. Para un hombre comprometidísimo en la fe rastafari, la muerte del emperador Haile Selassie fue un golpe muy duro, que le provocó una crisis de identidad, perdiendo la concepción de lo real con lo místico, llevándolo al extremo de intentar suicidarse para reunirse con el emperador, en 1976. Pero el destino de Junior no era Mount Zion sino el psiquiátrico Belview de Kingston, donde pasaría dos años en tratamiento.

Una vez recuperado, volvió a la escena con fuerza, obteniendo un gran éxito en Jamaica con su primer trabajo “Heart & Soul”, producido por otrora descubridor, Joe Gibbs. No fue más que un espejismo. Las cosas cambiaban en la juventud jamaicana y británica perdía interés en el movimiento rastafari. Lo intentó grabando para Gibbs y Niney de nuevo, pero su estrella se fue apagando. La década de los 80 significaron una pesadilla en la vida de Junior. De la cima del reggae fue cayendo hasta los contenedores de basura donde acabó comiendo, durmiendo en la calle, sin ninguna esperanza.

No será rescatado de la pobreza y el hambre hasta principios de los 90, cuando Niney le encuentra y le contrata para unos pocos temas con el fin de devolver a esta estrella su dignidad perdida. Ya a finales de la década pasada, aprovechando el renovado interés en Estados Unidos y Europa por el reggae clásico, se embarca de nuevo en la escena musical, apareciendo en varios festivales estadounidenses, cantando sus temas clásicos, ofreciendo a las nuevas generaciones esa forma rasgada, consciente y contundente de hacer música.

Recientemente dijo de si mismo en una entrevista: “He viajado a lo ancho y a lo largo; a través de colinas y valles, autopistas y desvíos, allá donde mucha gente teme ir. Y mi caminar no se ha detenido aún, sigo en marcha, día a día, en todo lo que hago. Pronto llegará el día que yo temo, lo sé, está a la vuelta de la esquina. Cada día de mi vida es un día de trabajo, por místico que pueda parecer, trabajo para vivir limpio, para hacer lo mejor, y si hago esto, mi recompensa no tendrá fin, no tendrá precio”.

No hay comentarios: